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 La belleza está dentro

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MariCruz
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MensajeTema: La belleza está dentro   La belleza está dentro Empty8/17/2007, 06:40

LA BELLEZA ESTÁ DENTRO

Fr.Eusebio Gómez Navarro O.C.D





Había una vez, en un lugar y en un tiempo que podría ser cualquiera, un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos. Todo era alegría en el jardín, excepto un árbol, que estaba profundamente triste. El pobre tenía un problema: no sabía quién era. Todos los árboles querían que fuera como ellos. El pobre árbol, desesperado, intentaba todo lo que le sugerían, pero como no lograba ser como los demás se sentía cada vez más frustrado. Un día llegó hasta el jardín el búho y al ver la desesperación del árbol, exclamó: No dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas. Sé tu mismo, conócete, y para lograrlo, escucha tu voz interior. Y el árbol al escucharse escuchó la verdad:

Eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso, dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje. Tienes una misión, cúmplela. Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado. Así, pronto fue admirado y respetado por todos. Y sólo entonces el jardín fue completamente feliz.


Escuchar la expresión “eres linda” era para Carmen algo rutinario, pero aquel día le encontró un sentido diferente, alguien que nunca le ha visto, porque era invidente, sino que sólo ha escuchado su voz y sentido sus manos le había dicho “tú sí eres linda”. Esas palabras la sorprendieron y fue como un despertar. “¿Cómo sabe este hombre que soy linda si no me ha visto, decía Carmen?”

Y su sorpresa fue mayor cuando escuchó “eres linda porque siempre estás igual”. Ser linda hasta ese momento lo entendía como todo lo exterior, esas cosas que nos hacen exclamar ¡qué hermoso, qué lindo!

Como la belleza física de una persona, el mar, las montañas, las flores... pero aquel hombre había sido capaz de decirle que hay algo más, que la belleza no es sólo eso, sino lo que se lleva dentro y se expresa. Una frase que parecía ser simple y vieja resultó ser un rayo de luz; aquel hombre hizo comprender a Carmen que hay una belleza interior que sólo se percibe con el corazón.


“Siempre estás igual”, escuchar esto fue un flechazo que llegó al alma de aquella mujer. “¿Será cierto que siempre estoy igual?”, se repetía la buena señora. No, no era cierto.

Carmen tenía sus malos momentos, como todo mortal. Lo que ocurría es que ella lo disimulaba muy bien, pues no quería contagiar a los demás con sus problemas, con sus subidas y bajadas. No tenía por costumbre encerrarse en su mundo, sabía animarse mirando a los otros, a los ancianos, a los enfermos, a los pobres.
Aquel día fue de alegría para Carmen.

Gracias a su viejito lindo comprendió que también las personas que no tienen luz en los ojos observan cada movimiento, cada expresión, cada palabra y califican el grado de entrega, de amor por el trabajo. Hubo un tiempo en que lo que ahora alguien llamaba lindo, era horroroso y le dolía en el alma y se reprochaba por la forma cómo actuaba. En un principio, cuando empezó a trabajar como directora en aquella Residencia u Hogar, sentía miedo, se sentía perdida. Cada vez que escuchaba decir “la jefa dijo, la jefa manda”, se sentía mal, se ponía de mal humor, y a veces, sin darse cuenta respondía en un tono fuera de lo normal.


Carmen tenía una gran fuerza dentro de ella que le ayudó a cambiar: Dios. Sabía que el amor de Dios es grande y estaba segura de ello, lo sentía dentro de ella, era la fuerza que la sostenía y ayudaba a superar todas las dificultades del día, a seguir amando y sirviendo a todos los viejitos abandonados por su familia y despreciados por la sociedad, pero para su corazón y sus ojos, son los seres más lindos de la tierra.


Carmen, gracias a la mirada de los otros y a la de su interior, pudo descubrir la gran belleza que había dentro de todo su ser y la de los demás seres humanos, por muy arrugados y achacosos que estuvieran.
La felicidad, la fuerza, el poder está dentro de cada unos de nosotros. Quien lo descubre, se maravilla de lo que puede hacer. Hay personas que tardan en descubrir su identidad y su misión, pero en un momento se les abren los ojos y pueden ver.
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