¿QUÉ BUSCÁIS EN EL ROCÍO?
Artículo del Obispo de Jerez, D. Juan del Río Martín
La Romería del Rocío viene a ser uno de los acontecimientos de religiosidad popular más significativa de la Iglesia en España.
Se calcula que, en los últimos años, el número de peregrinos ha alcanzado una cifra que ronda el millón y medio de personas. Surgen varios interrogantes: ¿Cómo se da este fenómeno de masa en una sociedad secularizada? ¿Qué es lo que atrae: su costumbrismo, el folklore, lo bucólico del camino, la exhuberancia festiva? Pero, ¿desde ahí se puede explicar todo lo que significa el Rocío? ¡Creemos que no! Los elementos antropológicos y fenomenológicos siendo importantes no dan con lo sustancial. Hay que ahondar en la fe de los sencillos de nuestros lugares. Ellos, desde su amor y devoción a la Virgen viven su existencia humana en clave sobrenatural. La advocación del Rocío es para el romero un compendio de los grandes misterios cristianos recreados, celebrados y marcado por los sentimientos hacia María, Madre de Dios, que en ningún momento eclipsa la figura de Cristo como único Salvador y Redentor del hombre. Lo que ocurre es que, para descubrir el secreto del Rocío hay que ir más por la vía del corazón que por el de los grandes discursos teológicos. Pues bien, ¿cómo surge este evento?
Podemos afirmar que los orígenes de esta devoción se remontan a finales del siglo XIII, quizás pudo ser el monarca Alfonso X el Sabio, quien mandase construir una Ermita dedicada a la Virgen María como señal de que ese territorio había sido ganado para la cristiandad. Sin embargo, durante siglos, el origen de la devoción rociera ha permanecido oculto o envuelto por el enigma y la belleza de las distintas tradiciones y leyendas religiosas. Trasmitiéndose la devoción de padre a hijos y extendiéndose desde Almonte (Huelva) a los demás pueblos limítrofes.
Es a partir de la mitad del siglo XX cuando se inicia el gran desarrollo de la Romería y el mismo Rocío despierta el interés de estudiosos, científicos e historiadores, y especialmente, en lo que respecta a la indagación sobre sus comienzos. Un momento decisivo en ese devenir histórico lo tenemos cuando en las Reglas de la Hermandad Matriz de Almonte de 1758, establecen que se instituya la fiesta de Nuestra Señora de la Rocina el día segundo de Pascua de Pentecostés y dándole a la Virgen un nuevo nombre que será Nuestra Señora del Rocío, queriendo significar que Ella y únicamente Ella es la llena del Espíritu Santo. Es así, como nace esta Romería de Pentecostés, que es una celebración de carácter religioso cristiano, que se vive con las peculiaridades del carácter festivo y alegre de Andalucía.
Digamos que es peregrinación por senderos y camino que desemboca en el Santuario de las marismas almonteña, que como “un nuevo cenáculo de Jerusalén” se congrega el pueblo cristiano con María, la Madre de Jesús, y recibe el “rocío de la gracia divina” para seguir caminando “en el Señor” todo el resto del año. De ahí, que el Rocío es la Virgen, que desde su serena belleza iconográfica invita a los romeros al encuentro con Dios y con los hermanos. Todo ello experimentado y vivido desde la alegría de sentirse tocado por la salvación de Cristo, “Pastor divino de nuestras almas”. Esto es lo fundamental, lo demás: cante, baile… “vendrá por añadidura”, pero nunca debería oscurecer la realidad de fe del alma rociera.
+ Juan del Río Martín