MariCruz Administradores
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| Tema: La búsqueda del otro 12/12/2010, 22:00 | |
| La búsqueda del otro
Una muñeca de sal recorrió miles de kilómetros de tierra firme, hasta que, por fin, llegó al mar.
Quedó fascinada por aquella móvil y extraña masa, totalmente distinta de cuanto había visto hasta entonces.
“¿Quién eres tú?, le preguntó al mar la muñeca de sal.
Con una sonrisa, el mar le respondió: “Entra y compruébalo tú misma”
Y la muñeca se metió en el mar. Pero, a medida que se adentraba en él, iba disolviéndose hasta que apenas quedó nada de ella. Antes de que se disolviera el último pedazo, la muñeca exclamó asombrada: “¡Ahora ya sé quien soy!”
Anthony de Mello
Reflexión
Jesús recorrió miles de kilómetros buscando a sus discípulos, a los pobres, a los pecadores, a los enfermos, a los desamparados…A su vez, la muchedumbre, Zaqueo, la Samaritana, “todos” le buscaban a él, porque le necesitaban.
Hoy, también hay muchos buscadores de Dios, que como la muñeca de sal, van por todos los caminos gritando: “queremos ver a Jesús”. Pero quizá la gente de hoy no lo encuentre, porque va demasiado deprisa. En esta carrera alocada, no piensa en grandes ideales, en orar, en rastrear con paciencia y perseverancia la huella de Dios, en adentrarse en El, en dejarse empapar totalmente y desaparecer…
Necesitamos de aquellas personas que, habiéndose encontrado con Dios, vuelvan con el rostro radiante de alegría, fortaleza y divinidad, como el de Moisés cuando bajó del Sinaí.
San Juan de la Cruz dice que para salir en búsqueda de Dios, hay que tener grandes deseos, estar bien motivado y tener mucho amor, porque el amor es lo que pone en movimiento toda la vida y lo que da sentido a cada acción humana.
¿Dónde está Dios, dónde está tu Dios? Muchos le buscan fuera, y no le encuentran, porque está dentro. Nuestro Dios es un Dios cercano, muy presente en nuestras vidas.
El descubrir a Dios escondido dentro de nosotros mismos, nos lleva a reconocerlo, escondido o disfrazado, en los otros. La persona humana es el libro abierto de Dios.
“Mi alma tiene sed del Dios vivo” (Salm 42.2), del Dios de la luz y del silencio, de la música y del aire fresco.
Oh Dios mío, mi luz y mi todo, alumbra mi corazón y mi destino. Haz que te busque en soledad y silencio. Que detrás de cada roca palpe tu fuerza y tu aliento y al abrir la ventana perciba el olor de tu paso y tu beso. Oh Dios mío, mi luz y mi todo, que cuidas mi despertar y mi sueño, haz que viva al abrigo en tu casa hasta que arribe al tan anhelado puerto.
Padre Eusebio Gómez Navarro O.C.D
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