SER COMO PINOS
Fr.Eusebio Gómez Navarro O.C.D
Dos religiosos, plácidamente sentados en la cubierta de un barco, en alta mar, contemplaban maravillados la grandeza del Creador, el ocultarse del sol, que dejaba a su paso un grandioso espacio rojizo, celestial, en el horizonte.
Uno de los religiosos empezó a orar en voz alta. Esperaba que su compañero le acompañara en los rezos, pero como no le vio ni siquiera mover los labios, al finalizar le increpó:
- Era el momento ideal para orar, ¿cómo has dejado escapar tan excepcional ocasión? Y el otro, con una suave, amplia y comprensiva sonrisa le contestó:
- ¿Y qué otra cosa crees que estuve haciendo? Ante tan espléndido marco, qué mejor oración que admirar, contemplar y sentir?
Hay muchas formas de orar. En la oración, como en todo, depende del cristal con que se mire. Un árbol, un paisaje, una persona, puede resultar bueno o malo, dependiendo del estado de ánimo.
A la vera de un río crece, majestuoso y espléndido, un gigantesco sauce, con las ramas tan inclinadas sobre el agua que una buena parte de ellas la besan con sus puntas.
Al contemplarlo cierto transeúnte, de ceño fruncido dijo:
- ¡Qué árbol más egoísta! No contento con ocupar el área que le corresponde en el prado se permite invadir los dominios del paciente, generoso y sufrido río.
Y el comentario de otro caminante, de rostro sereno y mirada bondadosa y pacífica, fue: sin duda que este sauce trata de hacer más agradable y feliz la vida del río mitigándole el efecto del fuerte y molesto impacto de los rayos del sol durante los tórridos veranos.
Hay personas que no suelen quejarse de nada. Otras, toda su vida es una constante queja. Preguntado el Dr. Luis Rojas Marcos, psiquiatra, “¿Por qué se queja tanto la gente?”, responde:
“La queja es como una neurosis colectiva. El síntoma de tener pena de sí mismo tal vez habla de desmoralización. Es posible que estemos en la era de la depresión… y también porque somos más capaces de ver nuestras limitaciones.”
No te quejes… porque eres probado. Fr. Hermans dice: “La prueba es el tiempo de examen.”
Como decía Epicteto: “No pidas que las cosas sean como tú deseas. Desealas como son.”
Como dice San Francisco de Sales: “En medio de las pruebas, que vuestra alma sea como el ruiseñor que canta desde un manojo de espinas.”
En medio de las pruebas y dificultades hay que sonreír y agradecer tantas cosas buenas que suceden y que hay en el interior de cada uno. Es cierto que hay muchas razones para quejarse. Pero hay muchas más para ser agradecido. Busca y siempre hallarás, no una, sino múltiples razones para dar gracias, y el malhumor irá desapareciendo.
Debemos orar con todo el corazón y el alma, pero ha de hacerse con ojos limpios y corazón puro, para poder obtener la santidad.
Un labriego le rogó a un sabio ermitaño que le mostrara el camino que tenía que seguir para alcanzar la santidad en medio del ajetreo cotidiano. Estas fueron las sencillas y elocuentes palabras del anacoreta:
Labre Ud. los campos con amor. Recoja las cosechas con alegría y gratitud. Trate a todos con afecto. Compórtese en su casa con la misma delicadeza y amabilidad con que trata a los amigos y desconocidos. Sea Ud. tan puro, noble y directo como los pinos, hayas y robles de sus bosques.
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