San Albino, obispo (470-550)
26 de Octubre
Hay trece santos con el nombre de Albino. Ocho fueron obispos. Tres se conmemoran el 1 de marzo: el legendario protomártir inglés, a quien se le cambió el nombre de Albano en Albino para distinguirlo del homónimo mártir de Maguncia; y los obispos de Vercelli y de Angers, casi contemporáneos. E1 quinto sucesor de San Eusebio, fundador de la diócesis de Vercelli, fue consagrado obispo en el 452, en un período histórico muy tormentoso en Italia.
El nuevo obispo reconstruyó la iglesia metropolitana, sobre las ruinas de la pequeña basílica que San Eusebio había construido sobre la tumba del mártir San Teofrasto, y que el emperador Teodosio había hecho ampliar. Para la solemne celebración del rito Albino esperaba la visita de algún obispo importante. La espera fue premiada con el paso de San Germán, obispo de Auxerre, que se dirigía a Ravena. Como no podía esperar, el santo obispo prometió que asistiría al rito, cuando regresara.
San Germán murió durante su estadía en Ravena, y a Vercelli regresó solamente su cadáver. Cuando colocaron el féretro en el centro de la basílica, todas las velas se encendieron simultáneamente. El hecho, más prodigioso porque en los días anteriores ninguno había podido encenderlas, fue interpretado como el cumplimiento de la promesa que San Germán había hecho a San Albino. Del obispo de Vercelli no sabemos sino que su culto es muy antiguo.
San Albino (Aubin), obispo de Angers, es uno de los santos más populares de la Edad Media, sobre todo en el norte de Europa. Nació en Vannes (Francia) hacia el año 496, de noble familia, y para poder entrar en la abadía de Tincillac tuvo que renunciar al título nobiliario y a la rica herencia. Pero aunque deseaba el escondimiento, la fama de sus virtudes humanas y religiosas lo colocaron constantemente en lugar sobresaliente. En el 504 fue elegido abad, cargo que ocupó durante 25 años, hasta cuando por obediencia tuvo que aceptar el nombramiento como obispo de Angers en el 529.
Con celo pastoral y prudente firmeza gobernó su diócesis, obteniendo más hostilidad que aplausos. Pero para el buen obispo le era suficiente la aprobación de otro santo, su amigo San Cesario. Murió el lo. de marzo del 550. Seis años después, por su fama de santidad se le dedicó una iglesia en Angers, en cuya cripta reposan sus restos.