Damián
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| Tema: Evangelio 10 de Noviembre de 2007 11/10/2007, 11:45 | |
| Evangelio según San Lucas, capítulo 16, versículos del 9 al 15 10 de Noviembre de 2007
Semana XXXI del Tiempo Ordinario
9. Por lo cual Yo os digo, granjeaos amigos por medio de la inicua riqueza para que, cuando ella falte, os reciban en las moradas eternas. 10. El fiel en lo muy poco, también en lo mucho es fiel; y quien en lo muy poco es injusto, también en lo mucho es injusto. 11. Si, pues, no habéis sido fieles en la riqueza inicua, ¿quién os confiará la verdadera? 12. Y si en lo ajeno no habéis sido fieles, ¿quién os dará lo vuestro?".
13. "Ningún servidor puede servir a dos amos, porque odiará al uno y amará al otro, o se adherirá al uno y despreciará al otro; no podéis servir, a Dios y a Mammón".
LA HIPOCRESIA DE LOS FARISEOS.
14. Los fariseos, amadores del dinero, oían todo esto y se burlaban de Él. 15. Díjoles entonces: "Vosotros sois os que os hacéis pasar por justos a los ojos de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones. Porque lo que entre los hombres es altamente estimado, a los ojos de Dios es abominable.
COMENTARIO
9. Enseñanza concordante con la de 11, 40.
10. En lo muy poco: He aquí una promesa, llena de indecible suavidad, porque todos nos animamos a hacer lo muy poco, si es que queremos. Y Él promete que este poquísimo se convertirá en mucho, como diciendo: No le importa a mi Padre la cantidad de lo que hacéis, sino el espíritu con que obráis (cf. Prov. 4, 23). Si sabéis ser niños, y os contentáis con ser pequeños (cf. Mat. 18, 1 ss.), Él se encargará de haceros gigantes, puesto que la santidad es un don de su Espíritu (I Tes. 4, 8 y nota). De aquí sacó Teresa de Lisieux su técnica de preferir y recomendar las virtudes pequeñas más que las "grandes" en las cuales fácilmente se infiltra, o la falaz presunción, como dice el Kempis, que luego falla como la de Pedro (Juan 13, 37 ss.), o la satisfacción venosa del amor propio, como en el fariseo que Jesús nos presenta (18, 9 ss.), cuya soberbia, notémoslo bien, no consistía en cosas temporales, riquezas o mando, sino en el orden espiritual, en pretender que poseía virtudes.
12. Lo ajeno son los bienes temporales, pues pertenecen a Dios que los creó (S. 23, 1 ss.; 49, 12), y los tenemos solamente en préstamo; porque Él, al dárnoslos, no se desprendió de su dominio, y nos los dio para que con ellos nos ganásemos lo nuestro, es decir, los espirituales y eternos (v. 9), únicos que el Padre celestial nos entrega como propios. Para la adquisición de esta fortuna nuestra, influye grandemente, como aquí enseña Jesús, el empleo que hacemos de aquel préstamo ajeno.
15. Abominable. "Tumba del humanismo" ha sido llamada esta sentencia de irreparable divorcio entre Cristo y los valores mundanos. Cf. I Cor. caps. 1 - 3. | |
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