La verdad os hará libres
Reflexión
Ser discípulo de Cristo quiere decir permanecer fieles a su palabra. Sin darnos cuenta podemos llegar a ser esclavos de nuestros pecados. Sin embargo, nos atrevemos a decir: “Yo soy un buen cristiano, no soy blasfemo, no robo, no mato y voy a misa todos los domingos”.
Del mismo modo los judíos decían: “Nosotros somos descendencia de Abraham, y no hemos sido nunca esclavos de nadie”. Ser fiel a la palabra de Cristo no consiste en decir “no”. Más bien es un decir “sí”. No significa vivir cumpliendo vagamente unos preceptos, no significa adherirse a una ley neutra que endurece nuestros corazones como aquellos de los fariseos. Quiere decir, sin embargo, querer ir más allá del egoísmo, aceptar ser fiel al máximo mandamiento que nos ha dejado Cristo: el amor.
Podemos preguntarnos: ¿Amamos verdaderamente? ¿Sabemos amar? De los primeros cristianos se decía: “Mirad cómo se aman”. ¿Qué se puede decir de nosotros? : “¿Mirad cómo se critican sin piedad?”
Abramos nuestros corazones para permanecer fieles a la Palabra de Cristo para que pueda llamarnos sus discípulos.