La resurrección de Lázaro
Juan 11, 19-27. Tiempo Ordinario. “Yo creo que eres el Hijo de Dios”. Y el que cree no morirá para siempre.
Juan 11, 19-27
Reflexión
Cuando Jesús llegó a Betania encontró lágrimas y palabras de recriminación: “Si hubieras estado aquí...”. ¿Por qué permitió la muerte de su amigo? ¿Y por qué permite tantas muertes hoy en día?
Algunos que han pasado por la experiencia de la muerte de un ser querido llegan a dudar de su fe y de la bondad de Dios. Sin embargo, la muerte adquiere un nuevo significado para el cristiano, porque Cristo dijo: “Tu hermano resucitará”.
La persona humana es la única de todas las criaturas que posee un alma inmortal. Por eso, aunque veamos el cuerpo sin vida de un familiar o un amigo, debemos estar seguros que Dios ya le ha invitado a participar de su Reino, conforme a los méritos que alcanzó esa persona durante su vida. La resurrección es una dimensión completamente nueva para el ser humano. Se entra en una etapa que no se acaba, porque es eterna. ¿Cuántas veces hemos deseado que una alegría durase para siempre? Pues esa vida, más allá de la muerte, es cierta. Jesús fue el primero en estrenarla, y permitió que centenares de sus seguidores le viesen resucitado, y esos testigos nos lo han manifestado.
Lo más destacado de este diálogo con Marta es la declaración que sale de labios de esta mujer: “Yo creo que eres el Hijo de Dios”. Y el que cree no morirá para siempre.