Jesús camina sobre las aguas
Mateo 14, 22-36. Tiempo Ordinario. Caminar con la mirada puesta en Él, así todo lo puedo, a pesar de las tempestades y dificultades.
Mateo 14, 22-36
Reflexión
No siempre es fácil discernir el verdadero del falso profeta. En ocasiones se nos presentan circunstancias personales o sociales en las que no sabemos a ciencia cierta descubrir la voluntad de Dios en nuestra vida. Un criterio seguro de discernimiento se mide por el contenido de las promesas: cuando todo parece de color de rosa y se nos asegura una vida cómoda, hay muchas sospechas de que venga de Dios.
Cristo nos dijo que, si queríamos seguirlo, deberíamos tomar nuestra cruz e ir detrás de Él. Nunca nos habló de triunfos rápidos y fáciles, al estilo del mundo. Más bien, nos alertó ante el desaliento de la prueba, pero nos aseguró, al mismo tiempo, la fuerza para vencerla: “En el mundo habréis de encontrar tribulación, pero confiad: Yo he vencido al mundo” (Jn 16,33). Al ver a Jesús andar sobre las aguas por su propio poder debe llenarse nuestra alma de confianza y seguridad: a pesar de todas las dificultades del mar, de todos los vientos y tempestades, si vamos con Cristo, todo lo podemos. En su nombre, también nosotros podemos caminar sobre las aguas. Lo importante es tener fe en Él, confiar en la fuerza de su palabra y no aceptar dudas. Hemos de mirarlo a Él sin ponernos aconsiderar el viento y el mar.
Sólo cuando bajamos los ojos de su Persona y nos miramos a nosotros mismos, empezamos a hundirnos, como Pedro.
¡Señor, aumenta mi fe y mi confianza en ti! Nunca permitas que me mire a mí mismo. Enséñame siempre a caminar en la vida con mi mirada puesta en ti, pues contigo todo lo puedo, a pesar de todas las tempestades y dificultades.