MariCruz Administradores
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| Tema: Ayudarse a caminar 6/28/2007, 06:26 | |
| AYUDARSE A CAMINAR
Fr.Eusebio Gómez Navarro O.C.D
Dos amigos vivían en dos pueblos distantes el uno del otro. Una noche se desencadenó un gran temporal, y no había luna; pero uno de los amigos se despertó y quiso ir a visitar al otro. Se puso en camino, aunque tuviese miedo de que un rayo pudiese alcanzarlo o el fantasma de la noche comerlo.
Pero no se paró hasta que llegó a la choza del amigo. Estaba calado por la lluvia como si se hubiese caído en un río, pero llevó a la choza leña seca, encendió el fuego e hizo cocer el arroz para ofrecer al amigo que mientras tanto se había despertado. “¿Por qué has venido de noche, con este temporal?”, le preguntó el amigo.
“Porque me habían venido las ganas de estar junto a ti. ¿Quizás el temporal te ha pedido su permiso para desencadenarse?” Un amigo es el que te acompaña en las buenas y en las malas. Bien dice el Eclesiástico (6,14) que “un amigo fiel es una fuerte protección; quien lo encuentra un tesoro”. “Si la amistad desapareciera de la vida, sería lo mismo que si se apagara el sol, porque nada mejor ni más deleitoso hemos recibido de los dioses inmortales” (Cicerón).”
Aristóteles advirtió que la verdadera amistad sólo es posible entre personas virtuosas. La amistad -escribe- “es una virtud o va acompañada de virtud”, pues “parece que los justos son los más capaces de amistad”. La amistad tiene que estar basada en una relación fluida, sincera, serena, franca. El que se encuentra de veras con otra persona y se hace amigo suyo crea con ella una forma de unión que los triunfos y fracasos del otro, son de ambos.
La amistad está tejida de pequeños detalles. Se sabe que con pequeñas piedras se pueden construir grandes montañas, que pequeños gestos de amor y ternura pueden hacer al mundo feliz, que un pequeño abrazo puede secar muchas lágrimas y transformar todo un mundo de odios y resentimientos.
Nada hay más dulce que compartir, dar y recibir, acoger y ser acogido. Es conmovedora, por su sincera ingenuidad, la anécdota que se cuenta del gran fabulista francés La Fontaine. Debido a su desvalimiento, vivió veinte años hospedado en casa de su protectora Madame de la Sablière.
Al fallecer ésta, se sintió desolado y se echó a la calle. Su amigo, el consejero D´Hervat, decidió recibirlo en su casa. Salió para decírselo y lo encontró a medio camino. “Querido amigo -le dijo-. Mi mujer y yo nos imaginamos tu inmensa pena y soledad. Te rogamos que vengas a vivir en nuestra casa”. La Fontaine abrió los brazos y le dijo, emocionado: “¡A ella iba!”.
En verdad, como dijo Séneca, “la posesión de un bien no es grata si no se comparte”. “Amistad significa permanecer dispuestos a comprender y perdonar. Amistad significa conocer la generosidad para servir y ayudar al otro, especialmente al más necesitado.
Amistad significa participar en la creación de un mundo más amable desde el lugar en el que nos encontremos. Amistad significa aprender algo nuevo cada día de cada ser que llega nuevo a nuestra vida” (Anónimo). El amigo es un tesoro. Nos sirve de guía, luz, consuelo y apoyo en nuestro caminar. “Mientras esté en mi sano juicio, nada será para mí comparable a un dulce amigo” (Horacio).
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