Damián
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| Tema: Evangelio 14 de Octubre de 2007 10/14/2007, 10:50 | |
| Evangelio según San Lucas, capítulo 17, versículos del 11 al 19 14 de Octubre de 2007
Semana XXVIII del Tiempo Ordinario LOS DIEZ LEPROSOS 11. Siguiendo su camino hacia Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. 12. Y al entrar en una aldea, diez hombres leprosos vinieron a su encuentro, los cuales se detuvieron a la distancia, 13. y, levantando la voz, clamaron: "Maestro Jesús, ten misericordia de nosotros". 14. Viéndolos, les dijo: "Id, mostraos a los sacerdotes". Y mientras iban quedaron limpios. 15. Uno de ellos, al ver que había sido sanado, se volvió glorificando a Dios en alta voz, 16. y cayó sobre su rostro a los pies de Jesús dándole gracias, y éste era samaritano. 17. Entonces Jesús dijo: "¿No fueron limpiados los diez? ¿Y los nueve dónde están? 18. ¿No hubo quien volviese a dar gloria a Dios sino este extranjero?" 19. Y le dijo: "Levántate y vete; tu fe te ha salvado".
COMENTARIO
«¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!» Hoy podemos comprobar, ¡una vez más!, cómo nuestra actitud de fe puede remover el corazón de Jesucristo. El hecho es que unos leprosos, venciendo la reprobación social que sufrían los que tenían la lepra y con una buena dosis de audacia, se acercan a Jesús y —podríamos decir entre comillas— le obligan con su confiada petición: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!» (Lc 17,13). La respuesta es inmediata y fulminante: «Id y presentaos a los sacerdotes» (Lc 17,14). Él, que es el Señor, muestra su poder, ya que «mientras iban, quedaron limpios» (Lc 17,14). Esto nos muestra que la medida de los milagros de Cristo es, justamente, la medida de nuestra fe y confianza en Dios. ¿Qué hemos de hacer nosotros —pobres criaturas— ante Dios, sino confiar en Él? Pero con una fe operativa, que nos mueve a obedecer las indicaciones de Dios. Basta un mínimo de sentido común para entender que «nada es demasiado difícil de creer tocando a Aquel para quien nada es demasiado difícil de hacer» (Card. J. H. Newman). Sin no vemos más milagros es porque “obligamos” poco al Señor con nuestra falta de confianza y de obediencia a su voluntad. Como dijo san Juan Crisóstomo, «un poco de fe puede mucho». Y, como coronación de la confianza en Dios, llega el desbordamiento de la alegría y del agradecimiento: en efecto, «uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias» (Lc 17,15-16). Pero..., ¡qué lástima! De diez beneficiarios de aquel gran milagro, sólo regresó uno. ¡Qué ingratos somos cuando olvidamos con tanta facilidad que todo nos viene de Dios y que a él todo lo debemos! Hagamos el propósito de obligarle mostrándonos confiados en Dios y agradecidos a Él. | |
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