Damián
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| Tema: Evangelio 16 de Diciembre de 2007 12/16/2007, 12:36 | |
| Evangelio según San Mateo, capítulo 11, versículos del 2 al 11 16 de Diciembre de 2007
Tercera Semana del Tiempo de Adviento
2. Y Juan, al oír en su prisión las obras de Cristo, le envió a preguntar por medio de sus discípulos: 3. "¿Eres Tú "El que viene", o debemos esperar a otro?" 4. Jesús les respondió y dijo: "Id y anunciad a Juan lo que oís y veis: 5. Ciegos ven, cojos andan, leprosos son curados, sordos oyen, muertos resucitan, y pobres son evangelizados; 6. ¡y dichoso el que no se escandalizare de Mí!".
7. Y cuando ellos se retiraron, Jesús se puso a decir a las multitudes a propósito de Juan: "¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Acaso una caña sacudida por el viento? 8. Y si no, ¿qué fuisteis a ver? ¿Un hombre ataviado con vestidos lujosos? Pero los que llevan vestidos lujosos están en las casas de los reyes. 9. Entonces ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. 10. Éste es de quien está escrito: "He ahí que Yo envío a mi mensajero que te preceda, el cual preparará tu camino delante de ti". 11. En verdad, os digo, no se ha levantado entre los hijos de mujer, uno mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él. COMENTARIO 3. El que viene, esto es, el Mesías, rey de Israel, anunciado por los profetas. Véase Juan 6, 14; 11, 27 y nota. En el v. 5 Jesús se presenta con las palabras con que lo anunciara Isaías (Is. 35, 5; 61, 1 y notas). Y como bien sabía Él que había de ser rechazado, expresa en el v. 6 la bienaventuranza de aquellos que excepcionalmente no hallaren en Él un tropiezo.
5. En vez de larga respuesta, Jesús muestra a los enviados los prodigios que estaba obrando cuando ellos llegaron, y les prueba de este modo que Él es el Mesías, en quien se han cumplido las profecías (Is. 35, 5 s.; 61, 1).
6. Dichoso el que no se escandalizare de Mí: Es decir, dichoso el que sabe reconocer que las precedentes palabras de Isaías sobre el Mesías Rey se cumplen realmente en Mí (cf. Luc. 4, 21 y nota), y no tropieza y cae en la duda como los demás, escandalizado por las apariencias de que soy un carpintero (Mat. 13, 55; Marc. 6, 3), y porque aparezco oriundo de Nazaret siendo de Belén (Mat. 21, 11; Juan 7, 41 y 52), y porque mi doctrina es contraria a la de los hombres tenidos por sabios y virtuosos, como los fariseos. Dichoso el que cree a pesar de esas apariencias, porque ve esas obras que Yo hago (Juan 10, 33; 14, 12) y esas palabras que ningún otro hombre dijo (Juan 7, 46), y juzga con un juicio recto y no por las apariencias (Juan 7, 24). Porque los que dudan de los escritos de Moisés y de los Profetas (Juan 5, 46) no creerían aunque un muerto resucitara y les hablase. (Luc. 16, 31). ¡Y esto les pasó aún a los apóstoles con el mismo Jesús resucitado! (Luc. 24, 11). Dichoso el que sabe reconocer, en esa felicidad hoy anunciada a los pobres y cumplida en estos milagros, las profecías gloriosas sobre el Mesías Rey que, junto con dominar toda la tierra (S. 71, 8 ), tiene esa predilección que Yo demuestro por los pobres (S. 71, 12 ss.; Luc. 4, 18 ). Dichoso, en fin, el que, al pie de la Cruz, siga creyendo todavía, como Abrahán, contra toda esperanza (Rom. 4, 18 ), como creyó mi Madre (Luc. 1, 45; Juan 19, 25 y nota) y comprenda las Escrituras según las cuales era necesario que el Mesías padeciese mucho, muriese y resucitase (Luc. 24, 26 s. y 45 s.; Juan 11, 51 s.; Hech. 3, 22 y nota). Por eso nadie puede ir a Jesús si no le atrae especialmente el divino Padre (Juan 6, 44), porque es demasiado escandaloso el misterio de un Dios víctima de amor (I Cor. 1, 23). Por eso muchas veces, aunque nos decimos creyentes, no creemos, porque somos como el pedregal (Mat. 13, 21). Véase Luc. 7, 23 y nota.
11. Es decir: Juan es el mayor de los profetas del antiguo Testamento, pero la nueva alianza, el Reino de Jesucristo, será tan superior que cualquiera en él será mayor que Juan porque Él lo constituirá sobre todos sus bienes (24, 46 s.; Hebr. 8, 8 s.). En cuanto a la Iglesia, fundada cuando Israel rechazó el reino de Mesías (cf. 16, 16 ss.; Rom. 11, 12 y 15 y notas), vemos cuán privilegiada es desde ahora nuestra situación de verdaderos hijos de Dios y hermanos de Jesús. Véase Juan 1, 11 - 12; 11, 52; Ef. 1, 5 y notas, etc. | |
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