Damián
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| Tema: Evangelio 10 de Diciembre de 2007 12/9/2007, 23:30 | |
| Evangelio según San Lucas, capítulo 5, versículos del 17 al 26 10 de Diciembre de 2007
Segunda Semana del Tiempo de Adviento
CURACION DE UN PARALITICO.
17. Un día estaba ocupado en enseñar, y unos fariseos y maestros de la Ley estaban ahí sentados, habiendo venido de todas las aldeas de Galilea, y de Judea, así como de Jerusalén, y el poder del Señor le impelía a sanar. 18. Y sucedió que unos hombres que traían postrado sobre un lecho un paralítico, trataban de ponerlo dentro y colocarlo delante de Él. 19. Y como no lograban introducirlo a causa de la apretura de gentes, subieron sobre el techo y por entre las tejas bajaron al enfermo, con la camilla, en medio (de todos), frente a Jesús. 20. Viendo la fe de ellos, dijo: "Hombre, tus pecados te son perdonados". 21. Comenzaron entonces los escribas y los fariseos a pensar: "¿Quién es Este que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?" 22. Mas Jesús conociendo bien los pensamientos de ellos, respondióles diciendo: 23. "¿Qué estáis pensando en vuestro corazón? ¿Qué es más fácil, decir: "Tus pecados te son perdonados", o decir: "Levántate y anda?" 24. ¡Y bien! para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra potestad de perdonar pecados - dijo al paralítico - "A ti te digo: Levántate, toma tu camilla y ve a tu casa". 25. Al punto se levantó, a la vista de ellos, tomó el lecho sobre el cual había estado acostado, y se fue a su casa glorificando a Dios. 26. Y todos quedaron sobrecogidos de asombro y glorificaban a Dios; y penetrados de temor decían: "Hemos visto hoy cosas paradójicas".
COMENTARIO «Hombre, tus pecados te quedan perdonados»
Hoy, el Señor enseña y cura a la vez. Hoy vemos al Señor que enseñaba a los que se consideraban muy sabios en aquellos tiempos: los fariseos y los maestros de la ley. A veces, nosotros podemos pensar que por el siglo en que vivimos o por los estudios que hemos hecho, poco nos queda para aprender. Esta lógica no sobrenatural nos lleva frecuentemente a querer hacer que los caminos de Dios sean los nuestros y no al revés.
En la actitud de quienes quieren la curación de su amigo vemos los esfuerzos humanos para conseguir lo que realmente desean. Lo que querían era algo muy bueno: que el enfermo pudiera andar. Pero no es suficiente con esto. Nuestro Señor quiere hacer con nosotros una sanación completa. Y por eso comienza con lo que Él ha venido a realizar en este mundo, lo que su santo nombre significa: Salvar al hombre de sus pecados.
—La fuente más profunda de mis males son siempre mis pecados: «Hombre, tus pecados te quedan perdonados» (Lc 5,20). Muy frecuentemente, nuestra oración o nuestro interés es puramente material, pero el Señor sabe lo que nos conviene más. Como en aquellos tiempos, los consultorios de los médicos están llenos de enfermos. Pero, como aquellos hombres, tenemos el riesgo de no ir con tanta diligencia al lugar donde realmente nos restablecemos plenamente: al encuentro con el Señor en el sacramento de la Penitencia.
Punto fundamental en todo tiempo para el creyente es el encuentro sincero con Jesucristo misericordioso. Él, rico en misericordia, nos recuerda especialmente hoy que en este Adviento no podemos descuidar el necesario perdón que Él da a manos llenas. Y, si es preciso, echemos los impedimentos —el tejado— que nos impiden verle. —Yo también necesito retirar las tejas de mis prejuicios, de mis comodidades, de mis ocupaciones, de las desconfianzas, que son un obstáculo para “mirar de tejas arriba”. | |
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